La palabra
reconciliación es uno de los términos más poderosos y descriptivos en toda la
escritura. Su definición conjuntamente con la de los términos justificación,
redención, perdón y adopción describen de manera gloriosa las riquezas de
nuestra salvación en Cristo.
Veamos, la
justificación hace que un pecador, considerado culpable y condenado delante de
Dios, sea declarado justo (Romanos 5:1-2 “Justificados, pues, por la fe,
tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien
también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y
nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”).
Mediante la
redención, el pecador que a los ojos de Dios es un esclavo, recibe la libertad
de manera gratuita (Romanos 6:17-18 “Pero gracias a Dios, que aunque erais
esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a
la cual fuisteis entregados; y liberados del pecado, vinisteis a ser siervos de
la justicia”).?
En el
perdón, el pecador que tiene una deuda con Dios recibe el beneficio del pago y
olvido de esta (Efesios 1:7 “en quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados según las riquezas de su gracia”). Luego en la adopción el
pecador, que era un extraño y advenedizo ante los ojos de Dios es recibido como
un hijo suyo (Efesios 1:5 “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados
hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”).
Una palabra
que nuestra biblia usualmente traduce como reconciliar es la palabra
"katalásso" y significa literalmente cambiar mutuamente o
intercambiar, aludiendo generalmente al cambio en una relación. Sin embargo, la
palabra usada por el apóstol Pablo en el texto Col 1:21-23 es la palabra
"apokatalásso", que no es más que la misma palabra con un énfasis
añadido por el prefijo "apo" con el que se habla de una
reconciliación rotunda y completa, esto motivado por el hecho de que algunos
falsos maestro estaban enseñando que la obra de Cristo se tornaba insuficiente.
1.
Condición del hombre sin Cristo
Colosenses
1:21 - “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en
vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado”.
Partimos
del hecho que sin Cristo éramos extraños: ajenos a Él, distantes de sus
dominios, no participantes de su reino. El apóstol Pablo lo resalta en la carta
a los efesios diciendo: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la
ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin
Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo
estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios
2:12-13). Queriendo expresar el hecho de que existe una distancia abismal entre
un hombre pecador y un Dios santo y justo, aunado a la realidad que estamos
incapacitados por nuestros propios méritos de poder salvar esa distancia al
contrario de ello en Cristo somos hechos cercanos.
Esto quiere
decir que fuera de los méritos de Cristo el hombre no tiene ningún tipo de
relación amistosa con Dios, al contrario de ello el tipo de relación que les
une es la de un juez con un pecador convicto, por lo que sin Cristo no tenemos
ningún derecho de apropiarnos de las grandiosas promesas, que Dios ha dejado en
su palabra para consolar a los que son suyos.
Ahora,
puede que algunas personas que caminen sin Cristo digan: yo estoy muy cerca de
Dios, el punto es que ellos están cerca del dios que han creado en su mente
para que se amolde a sus necesidades, un Dios que no los juzga por sus pecado,
un ser todo poderoso que está ahí disponible para el momento que ellos lo
necesiten, el detalle es que el apóstol Pablo no está hablando de una deidad
abstracta creada por la imaginación de los hombres sino del único Dios
verdadero, el Dios revelado en la escrituras, la biblia la palabra de Dios y
acabamos de ver que estar sin Cristo es estar sin Dios solo hay un mediador
entre Dios y los hombre Jesús Cristo nuestro salvador por lo que tu relación
con Dios va estar definida en función de tu relación con Cristo.
Sigue
diciendo el texto que sin Cristo somos enemigos de Dios en nuestros
pensamientos esto quiere decir que nuestra capacidad intelectual está orientada
a producir acciones que ofenden a Dios. (“Esto, pues, digo y requiero en el
Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su
mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por
la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales,
después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para
cometer con avidez toda clase de impureza” Efesios 4:17-19).
No hay en
el hombre el más mínimo deseo de agradar a Dios así caminan una vida separada
de Dios en una total y absoluta enemistad con El, esto producto de la
convicción que algunos tienen que Dios es un ser que está interesado en anular
toda acción en el hombre que pueda parecerle divertida dice el pastor Sugel
Michelen una especie de mata gozo cósmico aburrido que quiere que el hombre
también este aburrido, ahora esto no es más que el deseo del hombre de no
someterse a la voluntad de Dios, sino vivir como a él le place y si en algo
necesita que Dios se involucre sea en satisfacer sus necesidades, pero no para
decirle lo que debe hacer.
Romanos
5:10 - “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte
de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvo por su vida”. Pablo
acentúa en diferentes partes en sus escritos que el hombre sin Cristo es un
enemigo de Dios merecedor únicamente de su aborrecimiento, esta idea se
encuentra respaldada en toda la escritura.
Por
ejemplo: Sal 5:5 - Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a
todos los que hacen iniquidad. Los esfuerzos humanos para reconciliarse con
Dios están desprovistos de toda probabilidad de éxito dado que todas sus
acciones son malas delante de sus ojos como dice el profeta Isaías que aun las
buenas obras de los hombres son como trapo de inmundicia para Dios. Nuestro
señor Jesucristo lo aludió al hecho de que los hombres aman el pecado cuando
dijo: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron
más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel
que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no
sean reprendidas. (Juan 3:19-20).
Esta era
nuestra condición, esta es la condición de todos aquellos que andan sin Cristo
en sus corazones extraños a Dios, enemigos de Dios, hacedores de maldad, es
decir todo aquello que desagrada a Dios. De ahí fuimos sacado y de ahí puedes
ser sacado si aun estas sin Cristo.
2. Efectos
de la obra reconciliadora de Cristo
¿Cómo puede
un Dios santo y justo reconciliar consigo a un hombre pecador como el que
acabamos de describir?
Bueno hay
aquí dos puntos importantes para responder a esa pregunta pues es necesario que
Dios obre una transformación en el hombre además de evocar un medio para
apaciguar su ira por ellos, dice el pasaje en Col 1:21-22 "…...os ha
reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros
santos y sin mancha e irreprensibles delante de él."
Jesús tuvo
que morir en la cruz del calvario como el medio para apaciguar la ira de Dios;
ahora no solo representaba una ofrenda sacrificial, sino que estuvo allí como
el sustituto de la humanidad, esto es pagando por nuestros pecados como el
medio para que haya paz entre Dios y los hombre. Por medio de su sangre
nuestros pecados son perdonados (“Y casi todo es purificado, según la ley, con
sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión” Hebreos 9:22). Jesús
Dios encarnado muriendo como hombre por los hombres y vemos que en la cruz es
el único momento en su vida que no se refiere a Dios como su padre, la ira de
Dios literalmente cayó sobre El y fue quebrantado por su padre por nuestras
iniquidades.
Luego el
hombre es transformado en esa obra de reconciliación: 2 Co 5:17 - De modo que
si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió
consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación. En
Cristo somos una nueva creación no somos remendados, ni arreglados, ni
repotenciados, sino nuevos. Tenemos unos nuevos intereses una nueva manera de
pensar; ahora estamos capacitados para seguir la voluntad de Dios que antes
rechazábamos. Podemos amar lo que antes odiábamos, y esto se conoce como la
obra de regeneración del Espíritu Santo. Nuevos totalmente nuevos por Cristo
para gloria de Dios padre.
De manera
que esta conformidad con Cristo puede ser descrita en estas tres palabras
mencionadas por Pablo en el pasaje de Colosenses, santos, sin mancha e
irreprensibles.
Santos:
apartados del pecado consagrados para Dios.
Sin
manchas: no hay en nosotros ningún tipo de culpa ya que Cristo cargo con todas
ellas en la cruz del calvario. Aunque mientras estemos en este cuerpo muchas
veces vamos a fallar a Dios, la justicia de Cristo fue adosada a nuestra cuenta
por medio de la fe.
Irreprensibles:
no hay nada de lo que podamos ser acusados verídicamente, ya que judicialmente
estamos absueltos, y cada vez que el diablo, el acusador de los hombres se
levanta para señalarnos, Cristo dice yo pague por ello. Toda acta que nos era
contraria esta clavada en la cruz del calvario donde Cristo venció a nuestro
acusador.
Hemos sido
reconciliados con Dios, Cristo hizo lo que nadie podía hacer por nosotros
reconciliarnos con El padre. Por ello podemos decir que somos salvos por obras;
el punto es que no son las nuestras sino las de Cristo. Somos salvos por su
muerte, por su sangre, por su resurrección, por su ascensión, por su regreso
gracias a nuestro Glorioso salvador (Judas 1:24-24 - Y a aquel que es poderoso
para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con
gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad,
imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén).
3.
Evidencias de la obra reconciliadora de Cristo
Col 1:23 -
si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la
esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación
que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.
De todas
las evidencias que las escrituras presentan acerca de la seguridad de salvación
del creyente, y en este caso de estudio de la obra de la reconciliación, no hay
ninguna más concluyente que la permanencia en Cristo y en su evangelio. Todo
creyente que ha sido transformado en conformidad con la obra de Cristo
perseverara en El.
Entonces
¿cómo se si he sido reconciliado con Dios gracias a Cristo? (Col 1:23) sin
embargo pudiéramos aludir al hecho de en el transcurrir de nuestras vidas
podemos conocer de casos de personas que proclamaron abiertamente ser
seguidoras de Cristo y aun dieron muestras muy evidentes de serlos, pero en un
momento de sus vidas se apartaron del evangelio y volvieron a su vida
pecaminosa. Si esto es así debemos concluir a luz de la palabra que estas
personas nunca fueron Cristianos dice 1 Juan 2:19 - Salieron de nosotros, pero
no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido
con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.
No todo el que me dice señor entrara en el reino de los cielos, dijo nuestro
señor Jesús, sino los que hacen la voluntad de mi padre.
Conclusión
Estamos
llamados a perseverar en el evangelio, a construir nuestras vidas sobre el
fundamento del evangelio, a no movernos ni a la izquierda ni a la derecha, a
caminar fielmente con Cristo, a pesar de nuestras caídas a levantarnos todas
las veces que sea necesario y seguir a delante, y me preguntaran como puede ser
esto y les responderé: Filipenses 1:6 - estando persuadido de esto, que el que
comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
Si Dios está comprometido a preservarnos y perfeccionarnos nosotros tenemos que
perseverar.
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